miércoles, 20 de mayo de 2015

¡Andiamo Pitigliano!

¡Hola! Hoy tengo muchas cosas que contaros, así que allá vamos.

Después de recargar las pilas con un buen desayuno nos pusimos rumbo a nuestro nuevo destino, Pitigliano. Salimos de Montepulciano a las nueve y media de la mañana y llegamos sobre las once (el trayecto en coche es de una hora y media).

Nos costó encontrar un poco el hotel a pesar de su excelente ubicación. ¿Cuál elegimos esta vez?
Pues bien, optamos por el hotel Le Camere Del Ceccottino (55€ por persona), situado en el centro medieval de la ciudad. Aquí tenéis la ubicación:



Nos gustó por su cuidada decoración, las habitaciones son del siglo XVII y tienen unas elegantes vigas en el techo. El hotel también cuenta con un restaurante toscano.

Os preguntaréis por qué elegimos este pueblo cuyo nombre seguramente nunca habréis oído, a veces vale la pena adentrarse en lo nuevo y buscar lugares totalmente desconocidos para descubrirlos. Y os recomiendo que os aventuréis en este fascinante lugar.
Conforme nos íbamos acercando en coche íbamos admirando la belleza de Pitigliano, el pueblo está totalmente encaramado en lo alto de un promontorio y está rodeado de una vegetación agreste del verde y marrón intenso típico de esta zona de la Maremma.
Todo el pueblo está  construido sobre una colina de "Tufo" (así se llama a esta tierra especial que se encuentra en muchas zonas de la Toscana y Lacio) y da la impresión de que sus murallas y casas son la continuación de la misma colina.

Por la mañana hemos dejado de lado el turismo para hacer algo nuevo. A las doce menos cuarto hemos vuelto a coger el coche rumbo a las Termas de Saturnia, las termas más famosas de la Toscana. Hemos tardado en llegar menos de media hora. 
Después de estar un buen rato relajándonos y llenándonos de energía para continuar con nuestro viaje, nos pusimos en marcha para volver a Pitigliano y buscar un buen sitio para comer. 
Aquí tenéis una foto de las termas:

Encontramos un famoso restaurante en el pueblo, Il Tufo Allegro, comimos el menú toscano y nos costó 21,50 € por persona. Comimos de maravilla bebiendo un vino blanco de la zona que estaba buenísimo. Se encuentra a solo un minuto del hotel, aquí tenéis la ubicación:



Queríamos aprovechar la tarde por lo que el descanso fue breve, a las cinco de la tarde nos pusimos en marcha para descubrir los mejores rincones de la villa. 
Se puede recorrer totalmente a pie para perderse por sus callejuelas y ver el barrio judío y la sinagoga que es una de las pocas villas de la Toscana que lo conserva. La ciudad era conocida como la "Pequeña Jerusalém" .

Primero visitamos el castillo de los Orsini, situado en la entrada de la antigua ciudadela. Junto al mismo se encuentra un acueducto medieval.



Luego nos dirigimos hacia las callejuelas del barrio judío para ver la sinagoga, uno de los monumentos históricos característicos de la ciudad.
El asentamiento de la comunidad judía en Pitigliano fue después de mediados del siglo XVI, el edificio data de 1598.
El acceso a la sinagoga es a través de un gran portal de arco que conduce a un pequeño patio abierto, en la puerta principal hay una inscripción que dice:

"E facciano per me un Santuario ed io abiterò in mezzo ad essi. Aprite per me le porte della giustizia. Questa è la porta [che conduce] al Signore".

Dentro del templo se colocan los muebles que datan principalmente de los siglos XVI y XVII. A través de los siglos el edificio ha sido restaurado en varias ocasiones.

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A continuación visitamos la catedral de San Pedro y San Pablo, Duomo di Pitigliano.
La catedral fue restaurada en varias ocasiones, sobre todo en 1509 por voluntad de Nicolás III Orsini, conde de Pitigliano, y durante el siglo XVII. Después de que el obispo de Sovana vino a residir permanentemente en Pitigliano, la antigua colegiata se convirtió en catedral en 1845. 


 

Nos costó un poco decidir dónde cenar, pero finalmente elegimos el restaurante Trattoria La Pappalpomodoro. Cenamos de maravilla y nos costó unos 12€ por persona. Aquí tenéis la ubicación:



Y ahora a descansar...¡Buenas noches!

Marisa.

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